Islas Desertores
Las Islas Desertores, un archipiélago menos conocido pero igualmente fascinante en la Región de Los Lagos, Chile, se extienden al oeste de la costa de Chaitén y al sureste de la Isla Grande de Chiloé, formando una serie de pequeñas islas e islotes que emergen del Golfo Corcovado. Este conjunto de tierras emerge de las profundidades del mar para ofrecer un santuario de biodiversidad y un testimonio de la remota vida patagónica.
Geografía y Origen: Este archipiélago está compuesto por islas de diversos tamaños, entre las que destacan la Isla Imerquiña, Talcán y el enigmático Islote Nihuel, también conocido localmente como "Piedra de Calto". Al igual que gran parte de la geografía de la Patagonia chilena, estas islas son producto de la acción glacial y tectónica, con costas rocosas, acantilados y pequeñas bahías que ofrecen refugio a la fauna marina.
Un Santuario de Vida Silvestre Marina y Aviar: Las Islas Desertores son, por excelencia, un ecosistema vital para la fauna marina y aviar del Pacífico Sur. Sus aguas frías y ricas en nutrientes, junto con la tranquilidad de sus costas, las convierten en un hábitat ideal para numerosas especies:
- Aves Marinas: Son un paraíso para la observación de aves. Aquí anidan y se alimentan colonias de cormoranes (imperiales, de las rocas), albatros, petreles, gaviotas y otras aves pelágicas. El avistamiento de pingüinos, tanto de Humboldt como de Magallanes, es común, especialmente durante sus temporadas de anidación.
- Mamíferos Marinos: Las costas de las Desertores son frecuentadas por lobos marinos, que descansan en sus roqueríos. Además, sus aguas son parte de las rutas migratorias y áreas de alimentación para diversas especies de delfines (como el delfín austral y el delfín chileno) y, ocasionalmente, ballenas que transitan por el Golfo Corcovado.
Historia Humana y Conectividad con Chaitén: Históricamente, las Islas Desertores han sido un punto de referencia y un recurso para las comunidades costeras de Chiloé y de la Chiloé Continental (incluyendo Chaitén). Pescadores artesanales y recolectores de orilla las han visitado para la extracción de recursos marinos, transmitiendo de generación en generación conocimientos sobre sus mareas, corrientes y puntos de refugio.
Si bien no están habitadas permanentemente, su cercanía a la costa de Chaitén y su riqueza biológica las hacen un destino potencial para excursiones ecoturísticas, especialmente para aquellos interesados en la observación de fauna marina y la fotografía de naturaleza virgen.
Conservación y Fragilidad: La prístina condición de las Islas Desertores subraya su importancia para la conservación. Su aislamiento ha ayudado a preservar sus ecosistemas, pero también las hace vulnerables a las presiones externas. Proteger estas islas significa salvaguardar un invaluable patrimonio natural de la Patagonia, un refugio para la vida silvestre en un mundo cada vez más impactado por la actividad humana. Las Islas Desertores, con su remota belleza y su abundancia de vida, son un recordatorio de la riqueza natural que aún perdura en los confines del mundo.